domingo, 27 de abril de 2008

ANTÓN PIRULERO

En teoría nuestros cuerpos son diferentes, aunque en la práctica hubo días en que no quedó tan claro. Como ocurrió cuando Uruguay venció ampliamente a Bolivia en el Centenario. El marcador finalizó con un contundente cinco a cero. Podíamos sentir desde la cama cada anotación. Rugían los espectadores como un león ante la demostración futbolística del equipo. Cuando terminó el partido estábamos exhaustos pero el margen de expectativas sobre el futuro de la selección había aumentado. La oportunidad de clasificar al mundial estaba mucho más cerca. El papel de la selección en las eliminatorias por fin se empezaba a escribir con la letra “V” de victoria. El resto de esa tarde brillante nos pasamos relamiendo. Gozamos de verdad mientras doscientos bolivianos eran testigos de una exuberante sesión de tiqui-tiqui, logrando enmohecer las aspiraciones del elenco del Altiplano de llegar al mundial. Una masa humana de hinchas, equipo y fanáticos explotaba de alegría mientras nosotros, en la medida de lo posible atendíamos nuestro juego.

lunes, 21 de abril de 2008

LA ÚLTIMA CENA

Estábamos en un hospital buscando algún caminito de Monet en ese Guernica que de nuevo era nuestra relación. Una profunda crisis estaba a punto de caramelo. El módem de mi 486 nos guiaba al mundo original de la época verde de Ava Gardner. Recitábamos “a grito pelado” los versos de Vladimir que estaba exactamente igual que ahora. Tach llegaba a casa de la mano de Ana que todavía no fumaba, y atrás venía Julián casi en pedo. Recuerdo que una noche arrabalera hizo una masa, Ava trajo un vino que por supuesto, tratamos de alejar de las manos de Julián. Semejantes contertulios en la mesa arrojaban una visión como de última cena. Para que no se enoje Vladimir digamos que era Jesús, yo era Leonardo y lo dejo pintado como el primer hombre en la luna. Señalo coincidencias que develarán claves secretas existentes detrás del nombre de las mujeres: tales nombres empiezan y terminan con vocal “a”, siendo los tres artificiales o Nick-names. Usando materiales más flexibles puedo hacer una escultura de la órbita que hacía Ana en el Columbia tomando fotografías de Ava y arrabalera, esa temporada estaban sobre el lado oscuro. Recuerdo que ese año nos dedicamos al consumo de frutas y verduras. Pero si dijera toda la verdad tendría que hacer referencia de alguna manera, a esa noche en que fuimos ganados por el demonio, y con los treinta siclos compramos la sangre de la alianza y comimos pan de carne antes de escuchar el canto del gallo.

domingo, 6 de abril de 2008

FIESTA SORPRESA

Cuando entraron los uniformados a la casa los sorprendió que la puerta estuviera entornada. Un rato antes estaban tomando un refrigerio y contemplaban el cielo vespertino. Tuvieron algunos problemas para arrancar el vehículo oficial, no hubo otra que tapar la pérdida del motor con el canuto de una lapicera Bic. Iban sin la sirena prendida, sabían que no era una urgencia, ya todo había terminado con dos ciudadanos presos de un profundo estado etílico. Hacía tiempo que estaban en servicio cuando empezaron a trabajar juntos, ahora tenían una vieja relación de camaradas basada por ejemplo, en la adoración de ciertos símbolos como ser una moña escolar colgada en el espejo retrovisor. Se sabía en la seccional que ya era tiempo de jubilarlos, pero como flotaban en densos mares burocráticos se iba postergando la decisión. En la retina de un tercer ojo (cedido por Mel Gibson, más oscuro sin las luces de Hollywood) proyectaban las llamadas estimando la relevancia de las mismas, haciendo la composición de lugar. Tal vez le faltó una buena iluminación para poder discernir claramente lo que se les venía, o seguía empañado ante una lágrima por la última derrota de Liverpool, el equipo de sus amores. Moreira propuso una reunión de amigos con muchos globos, guirnaldas, baile y la mesa llena de bebidas. Medina habló de una despedida de soltero y Moreira espetó: “prostitutas” mientras eran bañados por el quinto color del espectro solar. Creyeron ver dos overall Fama manchados de sangre y comentaron lo impertinente de esas prendas en una despedida. Cuando Moreira paró el auto frente a la casa, Medina había dibujado un revolver que apuntaba a su camarada, hizo un bollito y lo tiró antes de entrar.
Al atravesar el umbral se encendió una luz y vieron los globos, la mesa y a todos sus compañeros de civil junto a sus esposas. Moreira abrazó a Medina o Medina abrazó a Moreira en señal de despedida cortando la circulación del tercer ojo.

viernes, 4 de abril de 2008

SUEÑO TROPICAL

Mauricio es arquitecto, usa una camisa con motivos selváticos. Puede verse en su estampado una flora absolutamente identificable con un país tropical. Tiene unas botas altas con muy buena suela ideales para un territorio con mucha humedad y vegetación. Lleva puestos pantalones con bolsillos a los costados de las piernas y en bombilla hacia los tobillos, combinan muy bien con el resto del atuendo y todo el conjunto lo deja absolutamente preparado para una travesía por el Amazonas o algo así. Sin embargo me parece que Mauricio no sabría ni como enfrentarse a un mosquito en la selva. Él está hecho para lidiar con edificios, con humedades, con problemas estructurales de construcción, con debates en torno al urbanismo y el medio ambiente. Tal vez este último sea el único terreno en el cual haya una ventana que pueda comunicar su vida con la naturaleza. Creo en todo caso que es una ventana muy estrecha por la cual jamás pasaría Mauricio, ni siquiera se animaría a echar un vistazo, mucho menos abrirla y dejar entrar el canto de los pájaros, el rugido de las bestias, la fragancia inconfundible de la creación. De ninguna manera, él se viste haciendo una especie de reconocimiento del mundo al que no pertenece, porque decidió respetarlo en su pureza, porque nunca será vejado por el dibujo simétrico, fluorescente de su Autocad. Además está muy cómodo en su jardín tropical, cuida sus flores exóticas en un invernadero que es su otra pasión. Mauricio es ambientalista. Trata de equilibrar su profesión con el movimiento ecologista, no siempre lo logra satisfactoriamente. Más de una vez estuvieron a punto de echarlo de ambos lugares, y eso que se devana los sesos tratando de respetar bosques autóctonos sin perder clientes. Lo que sucede es que los gobiernos no siempre apoyan este tipo de movimientos, y se muestran más próximos de los inversionistas inescrupulosos, que de las personas que intentan cuidar los espacios naturales. Es muy común que se lleven por delante cualquier ley ecologista con tal de que se realice la obra lo más pronto posible. Inmediatamente sale en los diarios e informativos el “nuevo impulso” o la “verdadera activación” de la industria nacional, sin importar los costos ambientales. Este es el momento en que Mauricio recorre el caminito empedrado que conecta su casita con el invernadero. Comienza de a poco a sentir la cercanía de la clorofila. Abre la puertita y sus retinas se llenan de colores, inhala profundamente. Busca entre la maleza, su vista recorre cada hoja, roza con la punta de los dedos los pétalos, hasta que encuentra la pequeña gruta y el altar, se arrodilla. Levanta la cabeza y lo mira, a pesar de que los hongos han tomado parte del retrato del doctor Rodolfo Talice. Alguna arruga, sus bigotes blancos, los ojos, tal vez un poco aceitunados por el musgo pero siempre brillantes. Le reza pidiéndole fuerza en este momento de confusión, cuando se desespera lo increpa por haberlo dejado sólo y abandonado, hasta que por fin derrama lágrimas; la foto (blanco y negro) muestra al doctor Talice con los brazos abiertos y en expresión de circunstancia.

martes, 1 de abril de 2008

BOLA TRES

La sangre comenzó a salir, me empecé a preocupar. La luz del semáforo no me permitía avanzar. Gritaba que era una urgencia que me dejaran pasar, pero el camión de los bomberos no se movía. Por la radio sonaba la canción más famosa de Chris De Burgh, esa que termina diciendo “I love you”. Había una marcha, mucha gente portando banderas del partido comunista, creo que recordaban algún mártir. Pensé en Mao, sus enseñanzas, su libro. En el asiento de atrás estaba mi novia, tenía una bola de pool trancada en la boca. Me bajé del auto, sentía que estaba en un planeta lejano, tal vez Marte. En determinado momento se prendió la sirena del camión, el ruido era ensordecedor. Entré en el baño de un bar, me puse la capa y fui volando hasta el auto. Iba tan rápido que me comí un cartel de PARE. Cuando llegué por fin al Ferrari, un modelo idéntico al de la serie Mágnum, Luisa me miraba desesperada. La tomé entre mis brazos y salí corriendo para el hospital con tanta mala suerte que pisé un tomate y resbalamos por debajo del camión hasta el centro mismo de la marcha. Nos vieron y comenzaron a insultarnos y a golpearnos con sus banderas, creían que éramos la encarnación del Diablo, por suerte la capa amortiguó muchos de los golpes. Decidí saltar con todas mis fuerzas para poder salir de esa situación, lo logré en parte, porque nos dimos contra el balcón de un primer piso, en ese momento vi caer de la boca de mi novia la bola. “Estás en pedo” dijo o gritó, “no hacés ni una bien” seguía, y en ese momento se dio cuenta que estaba liberada, tenía la cara bastante hinchada pero ya podía hablar. La invité a cenar a una parrillada, ella pidió como siempre un entrecot bien jugoso. Yo tomé unos sorbitos de un clarete de la casa y empecé a explicarle que me había puesto nervioso, el estrés me había jugado una mala pasada. Ella miró para otro lado, y sin atender mis explicaciones se culpó así misma por haber aceptado jugar al pool conmigo, sentí que tenía tarjeta amarilla y que estaba apunto de venir la otra. Durante el postre le pedí una segunda oportunidad, mientras ella comía sus frutillas con crema yo me devanaba los sesos por encontrar esa palabra que la hiciera ceder. Le hablé de mis encendidas pasiones pero no hubo caso. Ella mirando la parrilla incandescente me dijo “me tienen harta los tipos que se vienen de superhéroes”. No puedo decir que me haya roto el corazón. Con mi vista de rayos láser, a veces le hago sentir de lejos mi calor.