domingo, 6 de abril de 2008

FIESTA SORPRESA

Cuando entraron los uniformados a la casa los sorprendió que la puerta estuviera entornada. Un rato antes estaban tomando un refrigerio y contemplaban el cielo vespertino. Tuvieron algunos problemas para arrancar el vehículo oficial, no hubo otra que tapar la pérdida del motor con el canuto de una lapicera Bic. Iban sin la sirena prendida, sabían que no era una urgencia, ya todo había terminado con dos ciudadanos presos de un profundo estado etílico. Hacía tiempo que estaban en servicio cuando empezaron a trabajar juntos, ahora tenían una vieja relación de camaradas basada por ejemplo, en la adoración de ciertos símbolos como ser una moña escolar colgada en el espejo retrovisor. Se sabía en la seccional que ya era tiempo de jubilarlos, pero como flotaban en densos mares burocráticos se iba postergando la decisión. En la retina de un tercer ojo (cedido por Mel Gibson, más oscuro sin las luces de Hollywood) proyectaban las llamadas estimando la relevancia de las mismas, haciendo la composición de lugar. Tal vez le faltó una buena iluminación para poder discernir claramente lo que se les venía, o seguía empañado ante una lágrima por la última derrota de Liverpool, el equipo de sus amores. Moreira propuso una reunión de amigos con muchos globos, guirnaldas, baile y la mesa llena de bebidas. Medina habló de una despedida de soltero y Moreira espetó: “prostitutas” mientras eran bañados por el quinto color del espectro solar. Creyeron ver dos overall Fama manchados de sangre y comentaron lo impertinente de esas prendas en una despedida. Cuando Moreira paró el auto frente a la casa, Medina había dibujado un revolver que apuntaba a su camarada, hizo un bollito y lo tiró antes de entrar.
Al atravesar el umbral se encendió una luz y vieron los globos, la mesa y a todos sus compañeros de civil junto a sus esposas. Moreira abrazó a Medina o Medina abrazó a Moreira en señal de despedida cortando la circulación del tercer ojo.